lunes, 3 de febrero de 2014

Croacia, La Costa Dalmata



La costa Dálmata, en Croacia, es de esos lugares ideales para viajeros que quieren disfrutar de la belleza de la naturaleza, de la riqueza gastronómica de una región y a la vez poder tener contacto con la gente que la habita. Por suerte la invasión de los turistas y japoneses con cámara se centra casi solo en Dubrovnik, aunque desde que perteneces a la unión europea y gracias a la mejora de sus carreteras, se pueden ver muchos turistas europeos que llegan con sus coches, algunos de ellos jubilados con sus caravanas… De todas formas, aun no hay esa invasión que se ve en otras regiones europeas, aunque me atrevería a decir no tardará en ocurrir.
La joya de la costa Dálmata es la hermosa ciudad de Dubrovnik, de la que podéis leer más aquí: http://macarronlazarillo.blogspot.com/search/label/Croacia Pero nosotros nos centraremos en la parte que va de Dubrovnik hacia el Norte. Si queréis tener más informacion de otras zonas cercanas a Dubrovnik y que podéis visitar desde allí, podéis mirar este post sobre la Bahía de Kotor en Montenegro aquí: o sobre la cercana Mostar, en Bosnia, digna de dedicarle un diíta.



Saliendo desde Dubrovnik, hacia el norte la primera parada obligada es la pequeña localidad de Ston y la cercana Mali Ston. Ambas comunicadas entre sí por una muralla que sube la montaña desafiante como si de la muralla china en miniatura se tratara. Mi recomendación es llegar allí al medio día para tener la oportunidad de degustar en Mali Ston las deliciosas ostras que crían allí mismo. Por eso, seguid mi consejo de visitar primero Ston y luego Mali Ston para comer. Si lo hacéis al revés estaréis tan llenos que no habrá manera de subir a las murallas ni patearse el pueblo…  En Ston, además de subir a las murallas, podéis pasear por el pueblito. No tiene mucho pero es curioso su urbanismo. También tenéis salinas en las proximidades el pueblo. Aquí tenéis más info sobre este pueblito: http://www.croacia.net/las-murallas-de-ston-en-croacia/
En Mali Ston podréis comer ostras frescas en la terraza del restaurante "Kapetanova kuća", considerado uno de los mejores de toda la costa Dálmata. No dudéis en pedir vino local, así como arroz negro, delicioso y con abundante marisco. Cabe destacar el enclave de este pueblo y las vistas de la terraza de este restaurante, pero quizás sea mejor aun el servicio y la amabilidad de sus camareros, y por un precio bastante asequible si tenemos en cuenta la calidad de la comida. Aquí podéis ver su web por si queréis reservar: http://www.ostrea.hr/en_restorani.html
Por cierto, aprovecho para hacer un inciso sobre el tema de los pagos en Croacia. Hemos comprobado que es bastante difícil pagar con tarjeta. Llevad siempre dinero en efectivo. Muchas veces prefieren que el paguéis en euros, aunque su moneda sea la Kuna, mejor que pagar con tarjeta. Nos ha ocurrido en restaurantes, tiendas, y guest houses lo de no poder pagar con tarjeta. Así que no olvidéis el efectivo y tened siempre localizados los cajeros. Yo soy de las que prefiero sacar dinero y pagar pocos unos euros de comisión, que no es mucha, mejor que ir cargando con billetes encima y correr riesgos, pero eso es a gusto de cada uno.
Si seguís la costa hacia el Norte el próximo lugar recomendable para parar es Split. Esta ciudad tiene su origen en el palacio que el emperador Diocleciano construyo allí para sus vacaciones. Por supuesto la ciudad es mucho más grande que eso, de hecho es una de las más grandes de Croacia, pero el casco histórico prácticamente se reduce al palacio. La oferta hotelera de esta ciudad es bastante grande pero si queréis podéis encontrar guest houses muy baratas en pleno centro.
Es muy recomendable pasear por el centro, perderse en sus callejuelas y admirarse con los restos que aun se ven del palacio. Arcos, muros, el sótano… la estructura del palacio se deja entrever en cada rincón de la ciudad.  Hay algunas iglesias en antiguos templos, la catedral es el panteón de Diocleciano… Son cosas curiosas que hacen esta ciudad única. Por cierto, en la plaza de la catedral, veréis que hay un bar y todo el mundo sentado fuera en almohadillas como las de las plazas de toro. Es una plaza con mucho ambiente y puede que tengáis la suerte de disfrutar de música en directo. En esa plaza también encontrareis la oficina de turismo, por si necesitáis mapas o informacion de la ciudad.
Puede que os encontréis alguna klapa mientras paseas por sus calles. Se trata de un coro de hombre que cantan a capela, a varias voces. Vale la pena pararse a escucharlos, ponen los vellos de punta. Además suelen buscar lugares donde la acústica acompañe.
Veréis que esta ciudad es más cosmopolita y eso se traduce en mucho comercio, muchos restaurantes, bares de diseño, pero lamentablemente también precios más altos…

Una vez hayáis disfrutado de la ciudad de Split, siguiendo hacia el norte, recomiendo hacer una breve parada en un pueblito llamado Trogir. Su centro es una pequeña isla, unida a tierra por puentes, en la que destacan sus casas de piedras y callejuelas con encanto. Yo no pude irme de allí sin comprar unos pendientes tradicionales croatas, encontré que era bastante más barato allí que en Split… así que aproveché…
En Trogir debéis aparcar fuera del centro del pueblo, de la isla, hay algunos parkings que no son muy caros. Una vez dentro de la isla, aprovechad para pasear ente sus callejuelas de piedra, tomad algo en el puerto viendo lo maravillosos yates que atracan allí… Se ve en poco rato, en una hora o dos da tiempo de darle varias vueltas, es super pequeñito.
Mi recomendación para seguir hacia el norte, hacia Zadar, es que os separéis un poco de la costa y os adentréis a conocer un poquito el interior, os va a sorprender.
No muy lejos de Trogir y prácticamente en el camino a Zadar está el parque natural de Krka. Desde luego vale la pena parar y ver este parque. Es como sumergirse en una jungla de verdor y cascadas de agua. Nosotros lo organizamos de forma que nos tocara la hora de comer en el parque, así puedes pararte a comer en algún banco, a la sobra de los árboles y escuchando el ruido del agua. Dentro del parque hay bares donde comer o tomarse algo, pero son más bien caros, así que si quieres ahorrar tráete el bocata preparado ya. Si hace buen tiempo aprovechad y echad el bañador ya que está permitido bañarse. A este parque podéis echarle dos o tres horas perfectamente, vale la pena tomárselo como un punto para relajarse y disfrutar de la naturaleza.
Saliendo del parque tomad la autovía hacia el norte, camino de Zadar. Esta será nuestra última parada. El casco histórico de esta ciudad es una península no muy grande de calles rectas debido a su urbanismo romano, no intentéis entrar en coche, mejor aparcar fuera.
Seguro que allí escuchareis que según Alfred Hitchcock aquí se puede ver la mejor puesta de sol del mundo. Bueno, digamos que no es nada fea, eso ya es a gusto de cada uno… Quizas Zadar no sea como otras ciudades de la costa dálmata que guarda un encantador casto histórico de edificios bonitos, hay algunos, como las murallas, el foro romano o la iglesia impresionante Iglesia de San Donato pero lamentablemente el conjunto urbanístico en sí no conserva tanto como merecería tener una ciudad con tanta historia como esta. Estamos hablando de una ciudad con prácticamente 3000 años de historia que ha sido un importante enclave romano y que luego tuvo un rico periodo medieval… de los que quedan cosas impresionantes pero parecen pagadas en una ciudad muy retocada en el siglo XX y en ocasiones no con el mejor de los gustos.
Afortunadamente ha habido algunos añadidos nuevos, contemporáneos, a la ciudad que aunque no tienen nada que ver con lo que antes mencionaba, le dan un toque de modernidad con muy buen gusto. Me refiero al órgano marino y el panel luminoso al que algunos llaman “el saludo al sol”. El primero es un órgano junto al mar que parece simplemente una escalera pero cuando te acercas te das cuenta de que el movimiento del agua juega con el aire y con los tubos que hay por dentro y crean sonidos, música, un arrullo relajante y grave. No es necesario que haya oleaje, solo el movimiento del agua suavemente.  El panel, a pocos metros del órgano es un círculo en el suelo que se va iluminando de diferentes maneras y colores. Puedes caminar sobre el,  sentarte… Vale la pena pasar un rato dando vueltas sin sentido, sin prisa y simplemente dejándote llevar por la luz, el sonido del mar y el silencio que lo envuelve todo.
No es mala idea despedirse de la costa croata sentado en el órgano marino relajado, escuchando su música, en silencio, pensando cuantas cosas maravillosas has visto en esta tierra y cuantas otras te has dejado atrás y para las que tendrás que volver algún día..

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