Pocas ciudades de Europa despiertan tan diferentes reacciones como
Ámsterdam. Capital de los países bajos, cuna de artistas flamencos, hogar de
Anna Frank y por supuesto, la ciudad del barrio rojo, con sus canales, sus
escaparates y sus coffee shops…
Hoy nos vamos a adentrar en su barrio rojo, el más antiguo de la ciudad.
El barrio rojo se encuentra ubicado en pleno centro de la ciudad de Ámsterdam,
formado por estrechísimas calles y atravesado por canales. En sus calles
podemos encontrar algunas de las casas más antiguas de la ciudad, así como la Iglesia Vieja ('Oude Kerk') que data del s. XIV. Pero
seguramente la mayoría de los que pasan por este barrio no van para admirar las
antiguas casas de mercaderes flamencos o esta iglesia que mencionaba. El barrio
rojo se ha convertido en uno de los mayores atractivos turísticos de Europa
gracias a sus vitrinas y a sus coffee shops.
La prostitución se ejerce allí de manera legal y de una
forma curiosa, ya que sus escaparates convierten al barrio en un inmenso catálogo
de chicas de lo más variadas que ofrecen todo tipo de servicios.
Antes de dar más detalles, vamos a adentrarnos en el
origen de este barrio. Ámsterdam, ciudad portuaria y de comerciantes recibía
muchos viajeros, marineros y comerciantes que, lejos o no tan lejos de sus
casas, requerían los servicios de prostitutas una vez estaban en tierra firme.
Según cuentan, hace siglos las mujeres que ofrecían servicios de prostitución
se paseaban por el puerto, farol en mano, a falta de alumbrado público,
buscando sus clientes. ¿Pero los faroles eran rojos? Bueno, al principio no.
Dicen que muchos clientes antes de comprar la mercancía preferían verla, así que
era común echar un vistazo debajo de la falda a ver que se ofrecía. Y claro,
como todos sabemos, la luz blanca y abundante no es precisamente la mejor para
ocultar lo que uno no desea mostrar, así que utilizando una luz tamizada,
rojiza, se disimulaban mejor marcas, cicatrices y lo que no se quisiera
enseñar. De ahí que con el paso del tiempo el llevar el farolillo rojo era
indicativo de que esa señora ofrecía sus servicios. Por suerte las chicas que
trabajan ahora en el barrio rojo no necesitan pasearse ni estar expuestas a las
inclemencias meteorológicas.
Desde hace décadas el barrio rojo se ha llenado de
cabinas, pequeños cubículos, a modo de escaparate con lo justo para poder
ofrecer los mejores servicios a sus clientes: cama, baño, lavabo, juguetes
varios…
Llama la atención cuando uno va al barrio rojo la
cantidad de escaparates que se ven, todos con su lucecita arriba, claro y la
variedad de chicas que puedes encontrar. Nada que ver con la típica imagen de
prostituta de carretera demacrada que muchos puedan pensar. No, las chicas del
barrio rojo, aunque las hay muy variadas, suelen destacar por su belleza, sus
cuerpos esculturales, sus pequeñísimos disfraces y la gran variedad de
sugerentes juguetes que te pueden mostrar.
Dependiendo de la zona puedes encontrar blancas, negras,
asiáticas, del Este o del Oeste, latinas, travestis… Y para todos los gustos,
flacas, gordas, guapas, feas… Con diferentes servicios y precios… Hay para
todos los gustos.
Las prostitutas y sus vitrinas son totalmente legales,
están dadas de altas, pagan sus impuestos y pasan controles médicos para hacer
más seguro el servicio que ofrecen. Por lo general las vitrinas son en alquiler
y una sola vitrina se comparte entre varias chicas, por horas. Una curiosidad, ¿sabíais
que una de las horas punta es la hora de entrada al trabajo, por la mañana? Así
que no te sorprendas si a las 8h de la mañana ves faroles encendido y cortinas
echadas…
Gracias a la legalización de la prostitución y a la
creación de este barrio rojo, a pesar de despertar muy distintas opiniones, hay
que reconocer que las prostitutas se encuentran más protegidas. Tienen un
trabajo legal, con las coberturas propias de cualquier trabajo, no están en la
calle pasando frio o bajo la lluvia, están más protegidas, al estar rodeada de
más compañeras y en una zona normal de la ciudad, no en carreteras o áreas
degradadas y además puede elegir sus propios clientes. Si les gusta abren la
puerta y si no les gusta no, aunque luego nadie les pueda asegurar que el que
entra no es un lobo con piel de cordero…
Estos escaparates se encuentran en los bajos de las
casas, muchas de ellas edificios de viviendas totalmente normales, con familias
viviendo allí. No es raro mirar hacia arriba y ver a niños en sus casas,
totalmente acostumbrados a lo que pasa en las calles, sin que les sorprenda lo
mas mínimo.
Es una zona segura, sin peligros ni violencia. Es muy
común ver por allí pasar a la policía andando, en barca o en bici. No faltan
turistas de lo más variado, desde grupos de estudiantes, hasta excursiones para
la tercera edad, pasando por familias de viaje o grupos de religiosos… Y por
supuestísimo, despedidas de solteros!! Eso, sí, muy importante, por muy turista que sea uno,
mejor dejar la cámara guardada. Nada de fotos ni videos a las chicas a no ser
que quieras acabar de cabeza en un canal…
Pero esa no es la única atracción del barrio rojo, o de
Holanda en general. Muchos visitantes llegan a los Países Bajos buscando la
libertad para tomar drogas.
¿Qué hay de verdad y de legal en esto? Pues las leyes han
cambiado mucho en los últimos 5 años. Si nos acogemos a la ley, todo tipo de
drogas que no sean medicinales son ilegales en el país. Sí. Pero había mucha
permisividad en lo que se considera posesión, es decir, pequeñas cantidades,
inferiores a 5 gramos de cannabis.
El problema viene en que en los últimos tiempos se está modificando la ley gradualmente para acabar con el turismo que venía buscando drogas. Se ha hablado de que los coffee shops han de crear una especie de carnets para abonados que les permita comprar drogas, pero para ello has de ser residente en Holanda. Ha habido muchísima controversia, ya que los dueños de los locales se han quejado de que ocasionara perdida, puesto que el 90% de los clientes son extranjeros. Así que después de un arduo debate, se ha dejado en que cada ayuntamiento decida. Parece ser que Ámsterdam se ha librado, pero no otras ciudades como Maastricht. Así que parece que en Ámsterdam se podrá fumar, sólo en los coffee shops y en pequeñas cantidades. Lo importante es que, antes de nada, os informéis bien de la normativa vigente, puesto que aún se está debatiendo y cambiando, no sea que por un gramo más o menos podáis veros metidos en un lío.
El problema viene en que en los últimos tiempos se está modificando la ley gradualmente para acabar con el turismo que venía buscando drogas. Se ha hablado de que los coffee shops han de crear una especie de carnets para abonados que les permita comprar drogas, pero para ello has de ser residente en Holanda. Ha habido muchísima controversia, ya que los dueños de los locales se han quejado de que ocasionara perdida, puesto que el 90% de los clientes son extranjeros. Así que después de un arduo debate, se ha dejado en que cada ayuntamiento decida. Parece ser que Ámsterdam se ha librado, pero no otras ciudades como Maastricht. Así que parece que en Ámsterdam se podrá fumar, sólo en los coffee shops y en pequeñas cantidades. Lo importante es que, antes de nada, os informéis bien de la normativa vigente, puesto que aún se está debatiendo y cambiando, no sea que por un gramo más o menos podáis veros metidos en un lío.
Espero que esta información os ayude a pasar un buen rato
en este barrio tan peculiar, ya sea usando o sin usar los servicios tan variados
que ofrece.


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